Un nuevo
estudio realizado por neurocientíficos canadienses ha descubierto que las
experiencias místicas se producen gracias a una red neuronal que se encuentra
distribuida por todo el cerebro.
Figura 1: "La creación de Adán" pintado por Miguel Ángel alrededor del año 1511. Ilustra el
episodio bíblico del Génesis en el cual Dios le da vida a Adán, el primer
hombre (según la tradición bíblica).
Un grupo de monjas carmelitas participó en diversas pruebas mientras sus
cerebros eran analizados con imágenes de resonancia magnética, poniendo al
descubierto la gran cantidad y diversidad de regiones cerebrales implicadas en
las experiencias místicas. No existe por tanto una región específica del
cerebro para la espiritualidad, pero en cambio se confirma que cualquier
cerebro está preparado para vivir experiencias místicas, según los autores de
la investigación.
Los neurocientíficos Mario Beauregard y Vicent Paquette, de la universidad
de Montreal, en Canadá, han realizado un estudio en el que se ha utilizado la
técnica de imágenes de resonancia magnética (fMRI), que permite
registrar la actividad cerebral, para identificar los cambios en el cerebro
cuando un individuo atraviesa una experiencia mística. El estudio se realizó
con la colaboración de monjas carmelitas.
Figura 2: Una de las monjas
carmelitas durante el experimento. Universidad de Montreal.
El estudio lo publicó en 2006 la revista Neuroscience Letters, pero
Beaugerard acaba de publicar un libro, titulado The Spiritual Brain, en el que
desarrolla los resultados de la investigación con las monjas carmelitas y
plantea que con sus trabajos ha quedado comprobado que las experiencias
místicas pueden ser documentadas y que tienen un origen inmaterial. La revista World
Magazine acaba de publicar asimismo una entrevista con Beaugerard y la coautora
del libro, la periodista Denyse O'Leary.
Durante la investigación, se midió la actividad cerebral de un grupo de
monjas de la orden de las Carmelitas cuando éstas se sentían en un estado
subjetivo de unión con Dios. Se descubrió así que la experiencia implicaba
diversas partes del cerebro, como la corteza orbitofrontal central, el lado
derecho de la corteza temporal media, los lóbulos parietales inferior y
superior derechos, la corteza izquierda prefrontal media o la corteza cingulada
anterior izquierda, entre otras.
Según informa al respecto Scientific American en su edición del 3 de
octubre, de este estudio se desprende que los estados místicos profundos, o la
experiencia religiosa, implican una amplia gama de regiones cerebrales, más de
las que anteriores estudios habían establecido.
La investigación tenía como principal objetivo verificar una hipótesis
formulada en la Universidad de California en San Diego hace una década,
conocida como "punto de Dios". Esta hipótesis situaba la experiencia
mística en el lóbulo temporal y se basa en el estudio de numerosos enfermos de
epilepsia del lóbulo temporal, que con frecuencia relatan experiencias místicas.
Figura 3: Diferentes áreas cerebrales relacionadas a la experiencia mística
Según la investigación de Beaugerard, sin
embargo, el "punto de Dios" no existe en el cerebro, ya que cuando
una persona vive una experiencia mística, todo su cerebro se ve implicado,
señala Nature, si bien queda de manifiesto que el cerebro tiene la capacidad de
vivir experiencias místicas y que por tanto cualquier persona,
independientemente de si comparta o no una fe religiosa, es susceptible de
vivir estas experiencias.
Para definir las funciones cerebrales implicadas
en la experiencia mística fueron analizados los cerebros de 15 monjas
carmelitas durante tres estados mentales diferentes. En dos de ellos, las
monjas debían cerrar los ojos y recordar una experiencia social intensa. En un
tercero, debían revivir una experiencia intensa de relación con Dios que
hubieran tenido anteriormente.
Durante el experimento, fueron recogidas imágenes
de resonancia magnética de cortes transversales del cerebro cada tres segundos,
y del cerebro completo cada dos minutos. Una vez registrada la actividad
cerebral, los científicos compararon los patrones de activación en las
distintas situaciones (el recuerdo social y el místico), descubriendo las áreas
del cerebro que se activaban con más fuerza durante la experiencia mística que
en los otros casos.
Todo el cerebro implicado
De esta forma descubrieron que la memoria
espiritual vigoriza varias regiones cerebrales durante estos recuerdos, como el
núcleo caudado, que es la región del centro del cerebro relacionada con el
aprendizaje, la memoria o el enamoramiento (de ahí, tal vez, la sensación de
amor incondicional a la que aluden los místicos). También descubrieron otra zona cerebral activada,
la corteza insular o ínsula, vinculada a las emociones y a los sentimientos, y
que podría estar en el origen de las emociones agradables que suelen asociarse
a las conexiones con lo divino.
Figura 4: Nótese que todo el cerebro esta implicado en las experiencias mistico-religiosas.
Por último constataron que también se activó el
lóbulo parietal del cerebro (relacionado con la conciencia espacial), lo que
podría explicar la sensación de hallarse inmerso en algo mucho mayor que
nosotros mismos típica de este tipo de experiencias.
Según los investigadores, la cantidad (una
docena) y diversidad de regiones cerebrales implicadas apunta a que el fenómeno
de la espiritualidad es altamente complejo en el ser humano. De hecho, estos
estados se producen gracias a una red neuronal que se encuentra distribuida por
todo el cerebro, asegura Beauregard.
Figura 5: La fé bajo el microscopio
Beauregard explica sobre los resultados de su
investigación que anteriores estudios neurológicos se han centrado en la
relación entre la meditación y la oración, pero no sobre la experiencia mística
en sí misma, por lo que eligieron a las monjas carmelitas contemplativas debido
a su tradición mística. Los estudios neurológicos anteriores sobre estos
procesos se han desarrollado con monjes budistas, practicantes de la
meditación, y franciscanos, practicantes de la oración, por lo que la
investigación de Beaugerard constituye un desarrollo de las investigaciones
anteriores.
Necesidad de comprender
El interés por definir el papel del cerebro en la
experiencia mística ha ido aumentando con la llegada de nuevas tecnologías de
medición de la actividad de las neuronas. Conocer lo que sucede durante la
oración o la meditación o durante episodios inspirados de fervor religioso a
nivel neuronal podría ayudar, señalan los científicos, a inducir este tipo de
experiencias de manera artificial, dado el efecto positivo que parecen tener en
el ser humano.
Por otro lado, a los científicos les resulta
importante comprender mejor las bases neuronales de un fenómeno que ha jugado
siempre un papel central en todas las culturas y tiempos, de la misma forma que
les interesa conocer las bases neuronales de la emoción, la memoria o el
lenguaje.
Tal y como explica Mario Toboso, el
descubrimiento de las facultades espirituales en el cerebro ha suscitado todo
un debate científico. Mediante modernos sistemas de análisis de imágenes
cerebrales se han ido identificando en laboratorio las regiones del cerebro que
incrementan o disminuyen su actividad en las experiencias religiosas. Se han realizado asimismo estudios que implicaban
ejercicios de meditación profunda, basada en el uso de imágenes mentales, o de
oraciones, dando lugar a una nueva ciencia denominada neuroteología, que estudia la neurología del
sentimiento religioso y de la espiritualidad.Voluntarios de diversas confesiones religiosas
han sido analizados en sus momentos de meditación, en investigaciones
realizadas por especialistas como James Austin (del Instituto
Tecnológico de Massachussets) o Andrew Newberg y Eugene D'Aquili, de la Universidad
de Pennsylvania.
Estos últimos descubrieron por ejemplo que, en el
estado de meditación profunda, se desactivan regiones del cerebro reguladoras
de la construcción de la propia identidad, lo que permite que el sujeto pierda
durante su práctica el sentido del propio yo individual, que establece la
frontera entre él mismo y todo lo demás, y se sienta así integrado en una
totalidad única transcendente.
Asimismo, las imágenes cerebrales obtenidas por
medio de la tomografía computerizada por emisión de un solo fotón (SPECT),
sobre voluntarios en meditación, han revelado una actividad inusual de la
región prefrontal dorsolateral y un decaimiento de la actividad del área de
orientación del lóbulo parietal, que procesa la información sobre el espacio y
la ubicación del cuerpo en el mismo: determina dónde termina el propio cuerpo y
comienza el espacio exterior.
En conclusión, de este conjunto de
investigaciones, que todavía no pueden considerarse concluyentes, se desprende
que el cerebro alberga la capacidad de conectar con una realidad que
transciende la de los objetos, tanto físicos como mentales, percibida
habitualmente, lo que confirma una experiencia común descrita por las
diferentes tradiciones religiosas.
Al mismo tiempo, estas investigaciones ponen de
manifiesto únicamente lo que realmente podemos saber, es decir, las reacciones
cerebrales ante determinadas experiencias, pero en ningún caso pretenden
establecer el carácter espiritual o místico de estas experiencias, ni mucho
menos explicar o demostrar una realidad trascendente más allá de la percibida
ordinariamente.
“Los grandes espíritus
siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres.”
– Albert Einstein
El Trovador
Referencias:
- Tendencias 21, Revista electrónica de ciencia, tecnología, sociedad y cultura. ISSN 2174-6850.
- Sedikides C. Pers Soc Psychol Rev. 2010 Feb;14(1):3-6. Epub 2009 Dec 23.
“Why does religiosity persist?”
- Saroglou V. “Religiousness as a cultural adaptation of basic traits: a five-factor model perspective”. Pers Soc Psychol Rev
“Why does religiosity persist?”
- Saroglou V. “Religiousness as a cultural adaptation of basic traits: a five-factor model perspective”. Pers Soc Psychol Rev