Esa dulce epidemia llamada amor.
Mariposas en el estómago, manos sudorosas, corazón a mil, “la mujer de mi vida”, “mi amor eterno” y todas esas cursilerías que se nos ocurren son solo un desequilibrio mental ocasionado por las sustancias químicas que habitan en la cabeza. En el mejor de los casos, este sentimiento no es más que la necesidad de la parte más primitiva de nuestro cerebro de transmitir el ADN a las siguientes generaciones y perpetuar la especie. Los científicos más radicales afirman que el amor no existe.
Según la biología, se trata simplemente de una borrachera causada por un explosivo cóctel de dopamina, norepinefrina y serotonina, tres químicos que produce el cerebro y que son los responsables de que algunos compren tarjetas románticas,osos de peluche inmensos, que otras pasen horas decidiendo con su enamorado quién cuelga primero y que los despechados quemen sus últimos cartuchos de dignidad rogándole de rodillas a su ex.
De todos modos, nadie puede negar que si el amor es una enfermedad, todos queremos contagiarnos y es que "es tan rico enamorarse", simplemente es una dulce adicción que nos embriaga hasta el punto de quedar en la misma locura.
Los ingredientes:
En vez de pintar corazones, las novias deberían pintar cerebros flechados, pues es ahí donde nace y muere el amor. Los principales responsables son los neurotransmisores, unos fluidos químicos que aumentan o disminuyen según los sentimientos y que envían señales al cuerpo sobre lo que debemos sentir.
Los siguientes son los neurotransmisores culpables de nuestras lágrimas, y hormonas fuera de control, que si bien es cierto pueden controlarse (mediante una correcta reestructuración cognitiva) en algunos casos simplemente preferimos embriagarnos de amor y dejar que nuestro cerebro literalmente nos domine.
He aquí estas 3 sustancias:
•El baile de la dopamina: esta sustancia arma una rumba en el cerebro. Cuando se dispara nos hace aumentar la atención en la persona que nos gusta, nos motiva a hacer cosas para impresionarla y es la causa de que pasemos noches sin dormir y perdamos el apetito sólo por estar pensando en “ese ser maravilloso”.
•Un trago de norepinefrina: este químico nos convierte en ese “alguien especial” con el que todos sueñan. Cuando sus niveles aumentan, nos convertimos en los novios ideales porque mejora nuestra memoria y permite que recordemos pequeños detalles de la otra persona y los felices momentos que hemos compartido juntos.
•La obsesión llega en forma de serotonina: cuando la dopamina y la norepi-nefrina aumentan, por lo general la serotonina disminuye. Esto produce en nosotros una especie de ceguera que solo nos permite ver las cualidades y omitir los defectos de nuestra pareja. También nos vuelve un poco obsesivos porque por su culpa no podemos pasar ni un minuto sin dejar de pensar en ella.
El Trovador
Referencias:
- DAMASIO, A., En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y de los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2005.
- Helen Fisher: (2004) ¿Por qué amamos ?
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